Traducción hecha por mí (y amablemente corregida por mi hermano, el traductor) de un post en Facebook originalmente en inglés
Ayer estuvimos trabajando en una historia sobre un niño de 9
años que estaba siendo acosado en el colegio por usar una mochila de My Little Pony. El colegio respondió
diciéndole a este niño pequeño que dejara su mochila en casa… una maniobra que
parece castigar al niño y no a los acosadores. Bastante gente se quejó de que
en los colegios muchas veces ignoran estos problemas o simplemente no saben
cómo enfrentarlos. Entre los comentarios, me encontré con una historia de una
profesora que le costaba encontrar una manera de enseñar a sus alumnos el daño
que produce el acoso. Así que decidió usar manzanas para ilustrarlo:
<<Decidí pararme en la tienda esta mañana y comprar
un par de manzanas. Durante nuestra asamblea por la mañana (en la que nos
sentamos en círculo), le dije a mi clase que hoy íbamos a probar algo diferente
y les enseñé mis dos manzanas y les pedí que me dijeran las diferencias y
similitudes entre las dos manzanas. Las dos eran exactamente del mismo color y
forma… una era un poco más clara y grande, pero ahí acababan las diferencias.
Después sujeté en alto la otra manzana que era sólo un
poco menos roja y algo más pequeña y dije “¡Esta manzana parece
asquerosa!” y la dejé caer al suelo. ¡Mis alumnos me miraron como
si estuviera LOCA! A algunos se le escaparon unas risas nerviosas, pero la
mayoría de ellos pensaron que había perdido la cabeza.
Después recogí la manzana y la pasé al alumno que estaba
sentado a mi lado y le dije “¿no es estúpida esta manzana? Deberías
decirle algo malo y tirarla al suelo. Y después, ¡pásasela a tu
compañero para que le pueda decir algo malo también!”
Resumiendo, mis alumnos disfrutaron insultando y diciendo
cosas malas a esta manzana y tirándola delante de ellos. “Odio tu piel”, “Eres
de un color rojo muy feo”,“Tu palo no es muy largo”, “Probablemente estás llena
de gusanos” y así seguían.
Así que para cuando esta pequeña manzana me llegó, todo
el mundo había tenido la oportunidad de destrozarla. Después les enseñé las dos
manzanas para que mis alumnos las vieran y les pedí que hicieran una lista de
las diferencias y similitudes de las dos manzanas de nuevo. Volvieron a
resurgir las mismas respuestas, no había ninguna diferencia. Incluso después de
haber tirado la manzana una y otra vez, no se podía apreciar ningún daño a
simple vista.
Después les pregunté a mis alumnos si querían un trozo de
manzana. Por supuesto, había dicho COMIIIIDA, y todos mis alumnos levantaron la
mano porque querían. Saqué una tabla de cortar, un cuchillo y corté la manzana
intacta por la mitad. Todos mis alumnos se pusieron contentos al ver la manzana
en perfecto estado.
Después corté la segunda manzana por la mitad y la
separé. Estaba cubierta de partes marrones blandas y moratones por dentro donde
la habíamos dejado caer. Cuando les enseñé esta manzana los niños dijeron cosas
como “Ugh, no quiero comerme ESA manzana”, “Esa manzana parece asquerosa”.
En ese momento es cuando los miré y les dije “Pero, ¿no
hemos contribuido todos a que la manzana terminara de esta
manera? Lo hemos hecho nosotros, ¿por qué no deberíamos comérnosla?”. Todos se
quedaron callados, y les dije “Mirad, esto es lo que le hacemos a otras
personas cuando les decimos cosas malas y les hacemos daño. Cuando inventamos
rumores o los llamamos feos, gordos o decimos que alguien no es lo
suficientemente bueno o que no pueden ser nuestros amigos: los estamos dejando
caer y provocándoles un moratón más… Un moratón que no se puede ver desde
fuera, pero es MUY REAL, y que les hace mucho daño. No es algo que se va, los
moratones sólo se hacen peores y más profundos…. ¡Así!” les dije
mientras les mostraba la manzana destrozada. “Esto es lo que nos hacemos unos a
otros. Nos dejamos caer”.
Nunca he visto que mis alumnos entendieran algo tan
rápido>>.
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